Carmona, a solo 30 minutos de Sevilla, impresiona con su historia muy variada. Bastión durante el tiempo de Julio César, ocupado por los Moros y finalmente conquistado por Fernando III de Castilla, Carmona es un verdadero crisol cultural arquitectónico de 3 culturas. Casas blancas con detalles mudéjar, mi vestido rojo como la sangre y los toros negros como el ébano, me hacían sentir como en una versión morisca de Blancanieves.
El monumento más impresionante de la ciudad es el alcázar árabe del Rey Don Pedro que ubica el Parador de Carmona. Alojarse en el Parador es una experiencia inolvidable: la corona de la ciudad es un oasis de tranquilidad, belleza que te dará la sensación de volver a los tiempos moriscos. La piscina del hotel está situado en medio de jardines con frutas exóticas.
Aunque no te quedas a dormir en el hotel, deberíais por lo menos disfrutar de un almuerzo en el antiguo refectorio del hotel con vistas increíbles a la llanura andaluza y la Sierra Morena al fondo. El plato tradicional de Carmona, espinacas con garbanzos, no os lo podrá dejar más claro que Carmona es una joya escondida al lado de Sevilla.
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